Rafa Nadal está imparable este año en Roland Garros. Ayer demostró que ha llegado en un momento de forma excepcional cosechando otra nueva victoria holgada. Esta vez le tocó sufrir a su amigo Juan Mónaco, quien tan solo le pudo ganar 2 juegos y acabó perdiendo 17 de forma consecutiva.
En un visto y no visto firmó su victoria más abultada en el Grand Slam francés por un marcador global de 6-2, 6-0 y 6-0. Una hora y cuarenta y siete minutos de juego le bastaron para enamorar por enésima vez a los aficionados que se dieron cita en la pista Suzanne Lenglen. Eso sí, no empezó muy bien porque perdía por 2-1 y todo hacía presagiar que sería un partido muy duro para él.
A partir de ese momento Nadal se puso las pilas. Abrió ángulos imposibles, llegó a todas las pelotas y nunca se relajó. Todo lo contrario, le puso más y más intensidad para acabar con el partido cuanto antes. Desde luego que no se puede decir que ha llegado a los cuartos de final cansado.
Ahora se medirá a Nicolás Almagro, quien se impuso a Janko Tipsarevic en tres mangas y no se lo pondrá ni mucho menos tan fácil. Lo peor para el murciano es que en las siete ocasiones en las que se han enfrentado siempre ha perdido.